Una pregunta típica donde las halla en todo grupo nuevo de yoga es:
-¿Hay que respirar por la nariz o por la boca?
-Siempre por la nariz.
-¿Siempre? Si a mí me ha dicho el instructor de gimnasia sueca que hay que respirar por la boca.
-Sí, a mi también me ha dicho eso mi profe de aerobic -dice otra.
-A mi la herboristera, que cuando esté estresada coja aire y lo eche por la boca despacio -otra.
-Yo también tenía entendido -dice otra- desde pequeña que había que respirar por la boca, sobre todo al expirar.
-Siempre por la nariz... -repito.
Los
años 80 han hecho mucho daño, al igual que Disney. Que si los médicos
decían a las madres que la leche materna era mala y había que darles el
biberón; que si el profe de gimnasia nos decía que respirar con la boca;
que si los programas de aerobic -con profesoras en mallas y con un
bikini por encima- con voz sensual decían «y uno.., y uno..., y uno..., y
dos..., y dos... Respiremos por la boca y uno..., y uno...», y un largo
etcétera de patrañas que luego se demostraron que no eran ciertas, pero
que aún siguen vigentes en la cultura popular.
Bien, vamos a usar la lógica para confirmar este argumento, de por qué hay que respirar siempre por la nariz.
Lo
primero de todo, el cuerpo humano dispone de varios sistemas y
aparatos: Locomotor, nervioso, circulatorio, digestivo, respiratorio,
excretor, linfático...
Vamos a analizar el que nos atañe ahora, el respiratorio. Así, el aparato respiratorio
está compuesto por: fosas nasales, faringe, laringe, tráquea,
bronquios, bronquiolos, pulmones y alvéolos. ¡Y la boca! ¿Dónde está la
boca? No está. La boca forma parte del aparato digestivo.
Cada aparato tiene su función y sus órganos correspondientes, y el órgano natural para respirar es la nariz.
No obstante, la boca tiene la valiosa función de ser un órgano
auxiliar, en caso de que la nariz se tapone bien sea por un resfriado o
por un golpe. Si esto no fuera así podríamos morir asfixiados por un
simple resfriado. En este sentido sí está justificada la respiración por
la boca, al igual que cuando hacemos un gran esfuerzo físico y nuestras
pulsaciones cardíacas se elevan demasiado, el cuerpo requiere una gran
cantidad de oxígeno en el menor tiempo posible; en ese caso si que se
produce una respiración natural por la boca, jadeante, ya que la boca es
capaz de aportar mayor volumen de aire en menor tiempo que la nariz. En
esos casos de alto esfuerzo también está justificada la respiración por
la boca. En el resto de casos, por la nariz.
La respiración requiere de un ciclo cerrado, y esto sólo es posible al respirar por la nariz como ahora veremos.
Lo
primero de todo es que el interior de nuestros pulmones está a una
temperatura de unos 36 grados y con elevada humedad. El aire exterior
que respiramos, casi siempre, está a una temperatura y humedad diferente
y por lo tanto, hay que calentarlo y humedecerlo. Este calentamiento y
humedecimiento se produce en las fosas nasales, especialmente en el área
conformada por la pituitaria roja. ¿Cómo se cierra el ciclo? Al expirar
por la nariz, se vuelve a absorber ese calor y esa humedad perdidas y
el aire sale relativamente frío y seco. ¿Qué pasa si inspiramos por la
nariz y expiramos por la boca? Que ya no hay ciclo cerrado y la nariz se
acabaría resecando, con los problemas que eso puede conllevar.
Otra función es la de filtro físico y biológico.
Los pelos de la nariz sirven para retener las partículas de polvo que
se encuentran en el aire y las mucosas (mocos) hacen un filtrado fino y
antimicrobiano. Después son llevados hasta las coanas por los cilios
vibrátiles, y se expulsan definitivamente mediante el estornudo o
mediante la segregación de mocos. ¿Que pasa si inspiramos por la boca?
Que toda esa porquería pasa directa a nuestra boca, pulmones y estómago,
aumentando el riesgo de infecciones y resfriados. También al respirar
por la boca podemos introducir bacterias que pueden ser causantes del
mal aliento. Lógico, ¿no? Pues aún hay más motivos.
Otra propiedad, tal vez desconocida pero muy importante, es que en la parte alta de las fosas nasales se halla el hueso esfenoides, que es el que contiene la glándula pituitaria o hipófisis.
Está glándula produce muchas hormonas esenciales para el correcto
funcionamiento del cuerpo. Hablar sobre ella nos requeriría un post
entero, así que ya le dedicaremos más tiempo en otra ocasión. Pues bien,
esta glándula tiene dos partes, una formada por tejido nervioso y otra
por tejido faríngeo; al respirar por la nariz estimulamos ligeramente
está glándula y la mantenemos activa. Respirar por la boca de forma
continuada puede ser motivo del no correcto funcionamiento de esta
glándula, y el origen de numerosos males.
Los textos clásicos dicen que a través de la respiración nos recargamos de prana o energía vital. Tal vez este hecho esté ligado con la pituitaria, que a nivel sutil sea la puerta de entrada al ajna chakra,
o tercer ojo. Esos conceptos superan mi dominio del tema, pero lo dejo
caer por si pudiera tener esto alguna base verídica. Lo que sí es cierto
es que todas las técnicas de pranayama se realizan por la nariz y
sirven también para mantener el sistema nervioso equilibrado; como sí,
una vez más, la glándula pituitaria tuviera algo que ver en todo esto.
Visto
esto, respirar por la nariz está más que justificado, y desde mi punto
de vista, toda persona que no pueda hacerlo por motivos fisiológicos
(desvío de tabique, lesiones, vegetaciones...) debería solucionar ese
problema aunque ello conlleve una intervención quirúrgica. Insisto,
respirar por la nariz de forma habitual es importantísimo, mucho más de
lo que pueda parecer a simple vista. Hay personas también que a pesar de
no poseer ninguna lesión, respiran por la boca por hábito; por hábitos
erróneos adquiridos desde la niñez. En tales casos, hay que empezar a
cambiar esos hábitos, poco a poco, y acostumbrarse a hacerlo por la
nariz.
Fuente:
http://yogacasa.blogspot.com.es/2013/05/respirar-por-la-nariz.html
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