Y no solo eso. También puede darte más confianza en ti mismo.
Investigamos cómo los gestos y las posturas pueden afectar a nuestro
estado de ánimo.
La forma en que nos sentamos, caminamos o nos ponemos en pie puede
modificar nuestro estado de ánimo. Por ejemplo: ¿sabías que mover la
cabeza negativa o afirmativamente afectará tu opinión? ¿Y que sentarte
erguido puede hacerte sentir más feliz y procurarte confianza? O, como
muestra uno de los experimentos más populares en este sentido, sostener
un lápiz entre los labios de forma que obligue a utilizar los mismos
músculos que empleamos para esbozar una sonrisa genuina nos procurará
bienestar.
Los científicos que estudian cómo influye el cuerpo en la mente tienen
todavía un enorme campo por delante, y lo que sabemos hoy bien podría
ser sólo la punta del iceberg. Como dice la psicóloga social de la
Universidad de Harvard Amy Cuddy, una de las voces más influyentes en este campo, “sabemos
que las mentes cambian los cuerpos, pero también es cierto que el
cuerpo cambia la mente; la mente cambia el comportamiento y el
comportamiento modifica los resultados”.
¿Qué quiere decir esto? Tal y como sucede en el reino animal, adoptar
posturas que denotan poder –normalmente aquellas en las que tratamos de
ocupar el máximo espacio posible, como cuando colocamos los pies encima
de la mesa– nos hará sentir más poderosos. Y encogernos, hacernos
pequeños (manteniendo las extremidades cerca del torso) tendrá el efecto
inverso: nos hará sentir vulnerables e indefensos.
La explicación, señalan los científicos,
está en las hormonas. Las posturas expansivas reducen el cortisol (la
hormona del estrés) e incrementan la testosterona (asociada a la
confianza en uno mismo). Y lo hacen –y esto es muy importante–
independientemente de si uno se siente poderoso o no. De ahí el
consejo de Cuddy: hazlo hasta que lo consigas (“fake it till you make
it”). Que es, al fin y al cabo, el material con el que trabaja cualquier
actor cuando simula los gestos y las posturas de los personajes que
encarna.
Un equipo de la Universidad Pública de Ohio mostró en 2003 que el
sencillo gesto físico de mover afirmativa o negativamente la cabeza para
mostrar acuerdo o descuerdo tiene influencia en las opiniones de los
individuos. De la misma forma, las referencias tan extendidas en el
saber popular al poder de la sonrisa para inspirar un estado de ánimo
positivo están bien fundamentadas: "Desde que nacemos, comenzamos a
desarrollar un enlace neuronal entre el hecho de sonreír y las emociones
y memorias positivas”, señala Dana Carney,
psicóloga social de la Universidad de Berkeley, en California. Esto
significa que el cerebro asocia el uso de determinados músculos faciales
–los que forman la sonrisa– con la felicidad. De modo que es posible,
apunta Carney, que parte del mecanismo para modificar el estado de ánimo
se encuentre en los cambios físicos que se producen en el cerebro. Son,
en realidad, principios similares a los que se refieren los expertos
cuando aconsejan hacer ejercicio para mejorar el estado de ánimo o
aliviar la ansiedad.
Veamos otros ejemplos de cómo nos afecta la postura. Los gestos con las
manos no sólo sirven para persuadir a otros, algo fácilmente
comprobable, sino que también nos ayudan a pensar, como indica un estudio que
mostró que los niños que utilizan gestos para aprender retienen mejor
lo aprendido. Si lo que se necesita es resolver un problema que necesita
perseverancia, ayuda la postura de brazos cruzados, mientras que si se persigue ganar entendimiento ante un problema complicado, lo que funciona es tumbarse.
Y ya que estás por el suelo, échate una siesta. Eso sí: ni demasiado
corta ni demasiado larga. Las mejores para ganar vigor y estar en forma
para enfrentarse a las dificultades son de diez minutos.
La experta en reeducación postural María de Marcos, autora de nuestra guía para sentarse bien, apunta a algo básico pero que con frecuencia se olvida: uno
puede sentirse mejor y obtener mayor confianza en uno mismo por el mero
hecho de recuperar la conexión con el cuerpo. De Marcos cree es
evidente que postura y ánimo se influyen mutuamente. “No sólo pensamos
con nuestra mente; también pensamos con nuestro cuerpo”.
Un recordatorio importante ahora que un porcentaje tan grande de la
comunicación del día a día transcurre frente a la pantalla del ordenador
o del móvil. “La postura la tienes q llevar un poco más allá de
la mera colocación de las partes del cuerpo y pensar en tu actitud,
cómo estás conectando con tu cuerpo”, señala de Marcos. “Estamos educados para separar la cabeza, la mente, y dejar el cuerpo descolgado”.
@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario