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jueves, 20 de noviembre de 2014

Por qué sentarte erguido puede hacerte más feliz

Y no solo eso. También puede darte más confianza en ti mismo. Investigamos cómo los gestos y las posturas pueden afectar a nuestro estado de ánimo. 

La forma en que nos sentamos, caminamos o nos ponemos en pie puede modificar nuestro estado de ánimo. Por ejemplo: ¿sabías que mover la cabeza negativa o afirmativamente afectará tu opinión? ¿Y que sentarte erguido puede hacerte sentir más feliz y procurarte confianza? O, como muestra uno de los experimentos más populares en este sentido, sostener un lápiz entre los labios de forma que obligue a utilizar los mismos músculos que empleamos para esbozar una sonrisa genuina nos procurará bienestar.

Los científicos que estudian cómo influye el cuerpo en la mente tienen todavía un enorme campo por delante, y lo que sabemos hoy bien podría ser sólo la punta del iceberg. Como dice la psicóloga social de la Universidad de Harvard Amy Cuddy, una de las voces más influyentes en este campo, “sabemos que las mentes cambian los cuerpos, pero también es cierto que el cuerpo cambia la mente; la mente cambia el comportamiento y el comportamiento modifica los resultados”.

¿Qué quiere decir esto? Tal y como sucede en el reino animal, adoptar posturas que denotan poder –normalmente aquellas en las que tratamos de ocupar el máximo espacio posible, como cuando colocamos los pies encima de la mesa– nos hará sentir más poderosos. Y encogernos, hacernos pequeños (manteniendo las extremidades cerca del torso) tendrá el efecto inverso: nos hará sentir vulnerables e indefensos.


La explicación, señalan los científicos, está en las hormonas. Las posturas expansivas reducen el cortisol (la hormona del estrés) e incrementan la testosterona (asociada a la confianza en uno mismo). Y lo hacen –y esto es muy importante– independientemente de si uno se siente poderoso o no. De ahí el consejo de Cuddy: hazlo hasta que lo consigas (“fake it till you make it”). Que es, al fin y al cabo, el material con el que trabaja cualquier actor cuando simula los gestos y las posturas de los personajes que encarna.


Un equipo de la Universidad Pública de Ohio mostró en 2003 que el sencillo gesto físico de mover afirmativa o negativamente la cabeza para mostrar acuerdo o descuerdo tiene influencia en las opiniones de los individuos. De la misma forma, las referencias tan extendidas en el saber popular al poder de la sonrisa para inspirar un estado de ánimo positivo están bien fundamentadas: "Desde que nacemos, comenzamos a desarrollar un enlace neuronal entre el hecho de sonreír y las emociones y memorias positivas”, señala Dana Carney, psicóloga social de la Universidad de Berkeley, en California. Esto significa que el cerebro asocia el uso de determinados músculos faciales –los que forman la sonrisa– con la felicidad. De modo que es posible, apunta Carney, que parte del mecanismo para modificar el estado de ánimo se encuentre en los cambios físicos que se producen en el cerebro. Son, en realidad, principios similares a los que se refieren los expertos cuando aconsejan hacer ejercicio para mejorar el estado de ánimo o aliviar la ansiedad.

Veamos otros ejemplos de cómo nos afecta la postura. Los gestos con las manos no sólo sirven para persuadir a otros, algo fácilmente comprobable, sino que también nos ayudan a pensar, como indica un estudio que mostró que los niños que utilizan gestos para aprender retienen mejor lo aprendido. Si lo que se necesita es resolver un problema que necesita perseverancia, ayuda la postura de brazos cruzados, mientras que si se persigue ganar entendimiento ante un problema complicado, lo que funciona es tumbarse. Y ya que estás por el suelo, échate una siesta. Eso sí: ni demasiado corta ni demasiado larga. Las mejores para ganar vigor y estar en forma para enfrentarse a las dificultades son de diez minutos.

La experta en reeducación postural María de Marcos, autora de nuestra guía para sentarse bien, apunta a algo básico pero que con frecuencia se olvida: uno puede sentirse mejor y obtener mayor confianza en uno mismo por el mero hecho de recuperar la conexión con el cuerpo. De Marcos cree es evidente que postura y ánimo se influyen mutuamente. “No sólo pensamos con nuestra mente; también pensamos con nuestro cuerpo”.

Un recordatorio importante ahora que un porcentaje tan grande de la comunicación del día a día transcurre frente a la pantalla del ordenador o del móvil. “La postura la tienes q llevar un poco más allá de la mera colocación de las partes del cuerpo y pensar en tu actitud, cómo estás conectando con tu cuerpo”, señala de Marcos. “Estamos educados para separar la cabeza, la mente, y dejar el cuerpo descolgado”.


@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es

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