El único músculo del cuerpo situado en horizontal
desempeña varias funciones, además de ser indispensable para poder respirar
Imagen: silviarita
La basílica de San Pedro (Ciudad del Vaticano), el
Duomo (catedral) de Florencia (Italia) o Santa Sofía de Estambul (Turquía)
albergan tres de las cúpulas más impresionantes del mundo. ¿Qué tienen que ver
estas obras de arte arquitectónicas con el diafragma? La forma. Hoy
explicamos cómo funciona y cómo cuidar de este gran músculo en forma de
cúpula cuyo correcto funcionamiento depende de nuestra vida y que,
como las anteriores bóvedas, es digno de admiración. Así que prepare la maleta,
pues nos vamos de viaje al interior de nuestro cuerpo para conocerlo y aprender
cosas sobre él.
Qué es el diafragma
El diafragma es el músculo que se
extiende entre el tórax y el abdomen y que se encarga de la inspiración durante
la respiración. Este músculo está anclado al esternón, las costillas y las
vértebras lumbares, lo que hace que tenga mayor extensión por detrás que por
delante. A diferencia de lo que ocurre en las cúpulas de las grandes
catedrales, no tiene una forma fija, sino que se trata de una estructura
móvil que sube y baja, convirtiéndose en el motor básico e indispensable de
la respiración. Sin él,
esta función no sería posible, aunque necesita de la participación coordinada y
secuencial de otros músculos para realizarla de manera óptima. Además, toma
parte en funciones tan importantes como la circulación sanguínea y linfática,
la digestión, el parto y en el mantenimiento de la postura, entre otras.
En la respiración, el diafragma
se contrae y desciende aumentando la capacidad del tórax, lo que facilita el
llenado pulmonar durante la inspiración. Cuando se relaja, asciende, ayudando
al vaciado. Se trata de un músculo que trabajará a lo largo de toda nuestra
vida.
Problemas
asociados al mal funcionamiento del diafragma
El ritmo respiratorio puede verse
afectado por situaciones que produzcan miedo, estrés, tristeza... y todos
aquellos factores que puedan alterar el ritmo
cardiaco. Este incremento en el ritmo respiratorio puede ocasionar
un exceso de tensión del diafragma y, por lo tanto, un bloqueo del mismo.
Cuando nos sentimos alterados, el diafragma tiene que actuar como filtro para
gestionar el aumento del ritmo cardiaco producido y contrarrestarlo con una
respiración que permita liberar las tensiones.
El diafragma es el único músculo
situado en horizontal de nuestro cuerpo. En él convergen diferentes cadenas
musculares que pueden transmitirle su tensión perjudicando su estructura. Los
síntomas que nos indican que se está produciendo un bloqueo diafragmático son,
entre otros, sensación de ahogo, falta de apetito o vómitos, sensación de carga
en la boca del estómago e, incluso, insomnio.
Si tenemos en cuenta que el
diafragma participa en muchas de las funciones de nuestro cuerpo, es
recomendable desbloquearlo y relajarlo cuando estemos en alguna de estas
situaciones.
Cómo
tratar los bloqueos del diafragma
Para relajar el diafragma lo
mejor es acudir a un fisioterapeuta, si bien en casa podemos trabajar sobre él
de diferentes maneras:
·
Automasaje. Túmbese
boca arriba con las caderas y rodillas flexionadas y las plantas de los pies
apoyadas sobre la superficie en la que está acostado. Coloque sus manos donde
acaba el esternón (plexo solar) mientras respira profundamente. Para poder
masajear mejor la zona, utilice una crema o aceite, si es posible de
componentes relajantes.
Durante la espiración deslice sus
manos, haciendo una presión firme con las yemas de sus dedos por todo el
reborde costal. Cada mano recorre las costillas de su lado. Poco a poco vaya
profundizando más; el diafragma se inserta por dentro de las costillas, por lo
que tiene que terminar metiendo los dedos por su cara interna.
·
Movilización diafragmática en
apnea. Una vez relajado hay que movilizar el diafragma.
Para ello, en la misma posición ponga sus manos sobre su tripa y coja aire
profundamente dirigiéndolo a esta zona; notará que sus manos se elevan.
Manteniendo el aire dentro (apnea) mueva el diafragma subiendo y bajando el
abdomen con lentitud.
Una vez movilizado el diafragma
durante la inspiración, vamos a trabajarlo en la espiración. Para ello, manteniendo
la posición del ejercicio anterior, suelte todo el aire y, sin coger (apnea),
mueva el diafragma subiendo y bajando el abdomen, igual que antes.
Al principio puede ser un
ejercicio costoso, pero verá que poco a poco podrá ir aumentando el número de
movimientos realzados por su diafragma.
·
Resistidos. Una
vez se tengan dominados los ejercicios anteriores, podemos fortalecer la
musculatura respiratoria. Para ello, tumbado boca arriba, coloque sus manos en
el abdomen. Coja aire mientras que sus manos hacen fuerza para intentar impedir
la expansión abdominal. Durante la espiración sí acompañan el movimiento.
Con sus manos sobre las costillas
haga respiraciones costales, elevándolas y dejando el abdomen quieto, mientras
sus manos ejercen presión para impedir su apertura. En la espiración también
acompañan el movimiento. Tenga mucha precaución con la resistencia que aplica
en ambos casos para no hacerse daño.
Si necesita más información sobre
cómo relajar su diafragma, puede contactar con nuestros educadores enviando un
correo electrónico a cuentanos@lovexair.com.